La conservación de los ecosistemas de Costa Rica: una misión de todos.


El biólogo estadounidense, Daniel Janzen, tiene una gran determinación por estudiar y proteger los ecosistemas tropicales y la interacción entre plantas y animales de lugares como Costa Rica, México, Nigeria o Australia.

Desde hace 40 años el biólogo Daniel Janzen ha dedicado su vida a desentramar el funcionamiento de los ecosistemas tropicales y, por ello, en su cuarta edición, el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, en su apartado Ecología y Biología de la Conservación, ha recaído en sus manos.

“Si no protegemos los ecosistemas obligaremos a la gente a tener una vida vacía, ya que la mitad del mundo está cubierto por ecosistemas tropicales”, ha dicho. Catedrático de Biología de la Conservación en la Universidad de Pensilvania (Filadelfia, EE.UU.), Janzen ha pasado gran parte de los últimos 40 años en Costa Rica, donde ha impulsado la creación del área de Conservación Guanacaste, una de las reservas de selva tropical más exitosas del planeta.

Su visión a la hora de implicar muy directamente a población local de Guanacaste en la gestión de la reserva ha incorporado el concepto de “desarrollo basado en la biodiversidad”: la población local ha adquirido una formación exquisita sobre su entorno y ha convertido la propia selva en su fuente de bienestar.

El biólogo se ha convertido en una figura clave en el diseño y la ejecución de experimentos de campo en ecología tropical, lo que implica identificar y documentar al menos 30,000 especies de plantas, orugas y parásitos.

Su investigación sobre las numerosas especies de orugas de mariposas, las plantas que consumen y los parásitos que se alimentan de ellas, constituye uno de los trabajos más exhaustivos jamás llevados a cabo en esta área.

“Descubrir qué planta come cada oruga, y qué parásito come cada oruga, y por qué, cómo y cuándo, es aprender a leer la biodiversidad”, según Janzen, uno de los pioneros, y principales promotores, del uso de las técnicas genÈticas de última generación basadas en secuenciación de ADN para clasificación de especies.

Su vinculación con América Latina le lleva a argumentar que la región debe apostar más por el desarrollo de su biodiversidad. Se trata de “oro debajo de la mesa, un tesoro escondido y olvidado, y muchas veces protegido ciegamente sin entender bien lo que representa”, ha comentado el experto.

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