Nuevo México y España: conquistadores en Norteamérica


Nuevo México es uno de los estados más peculiares de Estados Unidos por ser crisol de culturas. Los primeros europeos que se instalaron en este territorio fueron españoles y, de aquella aventura que duró tres siglos, se exponen en la capital, Santa Fe, los documentos testimoniales de los personajes que protagonizaron su colonización.

Nuevo México, el quinto Estado más grande de los Estados Unidos, tiene una historia íntimamente ligada con las antiguas culturas indígenas y el legado administrativo, político, religioso y cultural que fraguaron los españoles en estas tierras.

La presencia española duró 309 años y comenzó oficialmente el 12 de abril de 1513, fecha en que Juan Ponce de León arribó a las costas de Florida y tomó posesión de las mismas en nombre del rey de España. En 1822 la bandera española se arrió definitivamente en California.

Desde el Atlántico hasta el Pacífico, esta zona sur de Norteamérica está salpicada de nombres de origen español que dan testimonio de su paso. Misiones, fortificaciones y ciudades, en las que los primeros europeos que se establecieron, además, dotaron a sus habitantes de una organización político administrativa.

Los documentos del Archivo General de Indias muestran las primeras relaciones que se establecieron entre los nativos y los españoles. Además, se exponen los primeros trabajos cartográficos y crónicas acerca de la organización económica, política y social de los pobladores de aquellas tierras.

FLORIDA, EN BUSCA DEL AGUA MILAGROSA

El 27 de marzo de 1513, día de Pascua Florida, la fiesta que conmemora la Resurrección de Cristo, Juan Ponce de León (1460-1521) avistó la costa Atlántica de lo que es hoy la Península de Florida, de ahí el nombre que recibiría después el territorio.

Se dice que Ponce de León supo por relatos de los nativos puertorriqueños que en una isla, de nombre Bímini, existía un agua que renovaba las energías perdidas y que, enamorado de una mujer más joven, deseaba ir a buscarla.

El 23 de febrero de 1512 firmó un contrato con la Corona para descubrir y poblar la isla. La búsqueda de estas supuestas aguas mágicas le llevó finalmente a descubrir el actual Estado de Florida, aunque nunca halló la fuente.

“El Archivo conserva el ‘asiento’ (contrato) que Juan Ponce de León hizo con el rey en 1512 para emprender esta expedición, cuya consecuencia fue la llegada a estas costas y convirtiéndose en la primera visita registrada de un europeo a tierra norteamericana. Sin embargo, el documento más significativo que se muestra no es éste, sino una carta autógrafa del propio Ponce de León, de 1521, en la que relata el descubrimiento de la “isla”, Florida, y anuncia que está preparando una nueva expedición para volver allí”, dijo Falia González, archivera el Archivo General de Indias.

LABOR DE LAS MISIONES Y DESMANES DE LOS GOBERNANTES

Las misiones católicas evangelizadoras, compuestas por franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas, aglutinaron la tarea de expandir el cristianismo como una de las estructuras elementales para cohesionar la labor que los españoles se habían propuesto llevar a cabo en tierras americanas.

Para Falia González, “el papel de las misiones fue esencial, porque la evangelización era la base justificativa para la soberanía española en América, por lo tanto la actividad religiosa y la política viajaron de la mano, unidas en un esfuerzo combinado. Pero en las misiones también se ejercía un completo programa de aculturación, pensando que el adoctrinamiento no se podría conseguir si no existía una base económica bien fundada, por ello a los indios se les enseñaban, entre otras cosas, agricultura y oficios. Sin embargo, la creación de un sistema misional estable en cada región varió mucho dependiendo del estado cultural de los indígenas que la habitaban”.

Sin embargo, en cuanto a la labor política y administrativa de virreyes y gobernadores ejercida por los españoles y sus descendientes, la historia nos muestra muchas situaciones de desmanes y abusos de autoridad, que empañan la colonización.

Aunque, según explica la archivera del Archivo de Indias, “no creo que se pueda generalizar. Como en todas las épocas y todos los lugares, hubo de todo: capaces e incapaces, honrados y venales. Eso sí, a todos, al finalizar el período de su mandato, se les sometía a un juicio de residencia, que podía ser público o secreto, cuyo fin era investigar y conocer cómo había desempeñado su cargo, para tratar de eliminar la corrupción y los abusos, y se castigaba al interesado si había lugar a ello”.

A pesar del tiempo transcurrido desde el siglo XIX, cuando los españoles abandonaron estas tierras, Nuevo México ha sabido mantener su carácter cosmopolita, y no sólo ha conservado el legado de la cultura española, también las costumbres y la idiosincrasia indígena de aquellos pueblos que también la poblaron.

“En pocas palabras, diría que lo que caracteriza a estas tierras es su carácter fronterizo. El sur de los Estados Unidos era la última frontera del imperio, allí donde se acababan los caminos. No eran tierras ricas, por lo que fueron difíciles de poblar. En el siglo XVIII se promovió mucho la inmigración bajo la idea de que un territorio densamente habitado sería una buena barrera de contención frente al expansionismo inglés y francés, cuyo objetivo era llegar a la rica zona minera del norte de México”, explica Falia González.

En la actualidad, Nuevo México se ha convertido en uno de los estados más peculiares de Estados Unidos, no sólo por su paisaje y su clima suave, también por sus costumbres tradicionales y sus inigualables construcciones de adobe, que atraen al turismo interior, y a los amantes de la historia y de la cultura.

 

Extraído de “El Hilo de la Memoria: testimonios de un pasado común “, Por Isabel Martínez Pita.
EFE-REPORTAJES

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