60 años de la hazaña de un Mini
60 años de la hazaña de un Mini
Hay autos para cuya buena trayectoria parecen haberse ‘alineado los planetas’. Uno de ellos es el Mini clásico, el del siglo pasado. Y decimos que se ‘alinearon los planetas‘ porque en su éxito no solo entró en juego un visionario concepto de ingeniería, sino también el talento de un experto en competición que supo adivinar su potencial y e incluso un reglamento deportivo que hizo valer sus virtudes. Solo así se entiende que el Mini, un coche pequeño y modesto, sorprendiera al mundo convirtiéndose en vencedor del Rally de Montecarlo hace justo 60 años.

Cuando debutó el Mini en 1959, los coches de rallyes eran deportivos con motores de alta cilindrada; nada que ver con el pequeño modelo urbano que la British Motor Corporation (BMC) había encargado diseñar a Alec issigonis, que sorprendió al mundo estrenando el concepto de motor delantero transversal y tracción delantera que hoy día nos parece tan común.
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El Mini era ágil, ligero, ratonero, neutro en su comportamiento… Y aquello no pasó inadvertido al piloto y diseñador de coches de carreras John Cooper, que le soltó a Issigonis: “Es un gran autoe de carreras. Dale más potencia, mejora los frenos y construye la cosa”.
Fue así como nació el Mini Cooper solo un año más tarde, en 1960. El coche había pasado de los 34 CV originales a 55, que por entonces eran muchísimos para un coche de solo tres metros de largo. Además, los 650 kilogramos de peso permitieron apreciar por primera vez la sensación de kart que ofrecía al volante.
Su primera participación en competición fue en el Rally Internacional del Tulipán, en Holanda. Era mayo de 1962 y a sus mandos Pat Moss (hermana de Stirling Moss) se llevó la victoria. Aquel triunfo fue prometedor, pero el director deportivo de BMC armó un equipo ganador que le permitiera conseguir mayores metas. Ya tenían al rapidísimo piloto irlandés Paddy Hopkirk, así que ficharon a los finlandeses Timo Mäkinen (hombre de pocas palabras) y Rauno Aaltonen (muy meticuloso y capaz de hablar cinco idiomas con fluidez) para formar una escuadra que aspirara a todo.
BMC se convirtió además en un equipo a imitar en cuanto a su organización. Su estructura era mucho más moderna e incluso creó la figura de los llamados “espías de hielo“, gente del equipo que hacía el recorrido 2 horas antes para ver qué zonas estaban heladas, transmitiéndolo a continuación al equipo para que los copilotos lo anotaran en sus cuadernos. Por entonces, además, habían aprovechado un cambio en el reglamento para aumentar la cilindrada hasta los 1.070 c.c., lo que generaba unos increíbles 90 CV en una versión a la que llamaron Cooper S.
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Fue ya en 1964 cuando se consiguió el mítico éxito en la clasificación general. Se corría aquel año la cita número 33 del más famoso rallye y el 22 de enero tomaron la salida nada menos que 277 autos en un escenario complicadísimo por las condiciones de hielo y nieve.
Hopkirk recibió un telegrama del Primer Ministro británico, pero al parecer le hizo incluso más ilusión recibir otro de los Beatles, en el que los de Liverpool le decían que “ahora eres uno de los nuestros, Paddy”.
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