COP30 deja nuevos compromisos y desafíos para la región centroamericana
COP30 deja nuevos compromisos y desafíos para la región centroamericana
Tras la reciente realización de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) en Brasil, la Asociación Centroamericana Centro Humboldt (ACCH) presentó a través de un conversatorio con prensa, un balance sobre los avances, desafíos y oportunidades que dejaron las negociaciones y diálogos de este evento para Centroamérica.
Víctor Campos, director ejecutivo de ACCH, afirmó que los resultados de la COP30 muestran avances, pero siguen siendo insuficientes para responder a la urgencia climática de la región. Campos señala: “el financiamiento y el mecanismo de Pérdidas y Daños necesitan decisiones más firmes y con verdadera responsabilidad por parte de los países desarrollados”, el experto asegura que Centroamérica es una de las regiones más vulnerables a los efectos del Cambio Climático en el mundo; por ende, estos compromisos son indispensables para proteger vidas, territorios y las economías locales y nacionales.

Por su lado, Alejandro Alemán, miembro de la ACCH y coordinador de Climate Action Network América Latina (CANLA), compartió que, durante las negociaciones de la COP30 hubo progresos modestos en materia de financiamiento, adaptación y en el establecimiento del mecanismo de Pérdidas y Daños (P&D). No obstante, persisten importantes brechas que tienen como principal causa la resistencia de países desarrollados para asumir compromisos financieros claros y de carácter vinculante.
Alemán presentó una valoración de resultados de la COP30, el cual consistió en un análisis sobre diversos ítems de negociación, los cuales se presentan a continuación:
Financiamiento: avances y limitaciones
En esta Conferencia se acordó triplicar para 2035 el financiamiento para la adaptación, tomando como base los niveles de 2019, lo que equivale al menos a 120 mil millones de dólares anuales. Aunque la Adaptación logró incorporarse formalmente en la agenda, la postergación de la meta de 2030 a 2035 generó preocupación, pues representa un retroceso frente a las necesidades urgentes de los países más vulnerables.
Así bien, las Presidencias de la COP29 y COP30 presentaron la hoja de ruta Bakú–Belém, con el objetivo de movilizar hasta 1.3 billones de dólares, enfatizando que todas las fuentes de financiamiento climático deben contribuir. Sin embargo, los especialistas señalaron que el avance tiene importantes limitaciones. Por ejemplo: propuestas importantes como la reducción de la deuda de países en desarrollo no fueron abordadas, a pesar del impacto directo que esto tiene en la resiliencia de regiones vulnerables.
Así bien, durante la COP30 varios países y bloques industrializados mostraron resistencia para asumir compromisos claros relacionados con los artículos 9.1 y 9.5 del Acuerdo de París, que establecen su responsabilidad de financiar acciones climáticas en países en desarrollo.
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“Los escenarios climáticos actuales representan un riesgo serio para nuestra propia supervivencia. El cambio climático ya está generado impactos severos en las zonas más secas de Centroamérica y el Caribe, afectando principalmente a las poblaciones con elevados grados de vulnerabilidad, que a su vez son las que menos responsabilidad tienen en la generación de esta crisis”, señaló Alemán.
La Meta Global de Adaptación (GGA):
Diversas organizaciones de la sociedad civil, junto a países y bloques de negociación de la región demandaron que la Adaptación ocupase un lugar preponderante en la agenda de la COP30. Meses antes de la Conferencia, un grupo de expertos junto a negociadores de la región habían venido elaborando una propuesta de 100 indicadores diseñados para responder a la necesidad de adoptar una Meta Global de Adaptación.
Si bien, la propuesta de 100 indicadores estuvo en la agenda de las negociaciones, al final de la Conferencia tomó por sorpresa que la presidencia de la COP30 seleccionara una propuesta debilitada de 59 indicadores que considera 7 sectores, entre ellos: agua, agricultura y salud. La mayoría de ellos son temáticamente incompletos y difíciles de medir, por ello fueron objetados por varios países. Sin embargo, la decisión contempla un plazo de 2 años para la mejoría de los indicadores.
Según Alemán, los resultados de la COP30 se quedaron cortos con relación a las expectativas de los países y de las organizaciones de la sociedad civil de la región. Se esperaba que esta conferencia pudiera representar un punto de inflexión relevante en relación con los escuálidos avances que han caracterizado a las conferencias globales sobre el clima. Las decisiones adoptadas por la presidencia brasileña de la COP estuvieron marcadas por un distanciamiento significativo de las posturas de otros países de América Latina y el Caribe, entre ellos Colombia y Panamá, que demandaban una mayor beligerancia y ambición en temas que son esenciales para esta región, entre los que se encuentra la adaptación, el financiamiento climático y la transición hacia economías menos dependientes de los combustibles fósiles.
Expectativas sobre Pérdidas y Daños
En materia de Pérdidas y Daños (P&D), las organizaciones destacaron la importancia de asegurar que el financiamiento sea público, adecuado, libre de endeudamiento y accesible para las comunidades afectadas. También subrayaron la importancia de vincular al Fondo de P&D con la Ruta Bakú-Belém, orientada a movilizar hasta 1.3 billones para el financiamiento climático, y de mantener la alineación con el Objetivo Global de Adaptación. Asimismo, destacaron la relevancia de las opiniones consultivas de la Corte IDH y de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el proceso, al igual que la urgencia de fortalecer el llamado a la responsabilidad de los países desarrollados en la provisión de recursos.
El fondo lanzó su fase piloto con una asignación total de 250 millones para esta primera fase: y se abre a recibir propuestas en proyectos 5-20 millones. Así bien, no se logró financiamiento escalado y compromisos vinculantes, tampoco hay acceso a financiamiento rápido ni acceso comunitario.
Se encargó al comité de expertos que produzca metodologías para medir las pérdidas económicas y no económicas e integre P&D en la planificación nacional.
A 10 años del Acuerdo de París: retos y oportunidades para Centroamérica
El Acuerdo de París, adoptado en 2015, estableció el marco global para limitar el calentamiento del planeta por debajo de 2°C y avanzar hacia 1.5°C, promoviendo una acción climática compartida, pero diferenciada.
Su principal herramienta de implementación son las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), donde cada país define sus metas de mitigación, adaptación y financiamiento climático según sus capacidades y contextos. Estas NDC deben actualizarse periódicamente con mayor ambición, y se han convertido en la hoja de ruta que orienta políticas públicas, inversiones y alianzas internacionales.
Para Centroamérica, presentar NDC más robustas no solo responde al Acuerdo de París, sino que es clave para acceder a financiamiento, fortalecer resiliencia, responder a los impactos crecientes del cambio climático en la región e implementar metas de desarrollo sostenible.
En noviembre de 2025, al finalizar la COP30, 119 países habían presentado sus nuevas NDCs (lo cual representa el 79% de las emisiones). La sumatoria de estos aportes representa menos del 15% de las reducciones de emisiones requeridas para alcanzar el objetivo de variación en la temperatura media global de 1.5° C establecido en el Acuerdo de París. Según Alemán, si estos compromisos voluntarios llegaran a implementarse, la variación en la temperatura media global a finales de siglo oscilaría entre 2.3 y 2.8° C., lo cual representa una situación grave para el planeta, pero en mayor medida para regiones como Centroamérica.
Después de 10 años del Acuerdo de París, Centroamérica se confirma como una de las regiones más vulnerables del planeta al cambio climático: países como Guatemala, Honduras y Nicaragua figuran de forma recurrente entre los de mayor riesgo por su alta exposición a eventos extremos y baja capacidad de adaptación.
Sequías prolongadas y lluvias extremas en el Corredor Seco centroamericano afectan la agricultura familiar, la seguridad alimentaria y los medios de vida rurales, mientras que huracanes más intensos, como Eta e Iota en 2020, que impactaron a millones de personas y dejaron miles de millones de dólares en pérdidas, han puesto en evidencia la fragilidad de la región.
Al mismo tiempo, todos los países del Sistema de Integración Centroamérica (SICA) han presentado sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), y en este momento trabajan en fortalecer datos, capacidades institucionales y mayor transparencia, para presentar las NDC más ambiciosas de cara a 2025.
“La región necesita certidumbre financiera y mayor responsabilidad por parte de los países desarrollados. Sin esto, los avances logrados en la COP30 serán insuficientes para proteger a nuestras comunidades y economías”, concluyó Alemán.
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