Rompiendo barreras: uniendo agua, saneamiento y clima para un futuro sostenible


Rompiendo barreras: uniendo agua, saneamiento y clima para un futuro sostenible

Latinoamérica enfrenta una paradoja sorprendente: aunque la región posee casi un tercio del agua dulce del mundo, millones de personas todavía no tienen acceso seguro. Solo en Guatemala, según el programa conjunto de monitoreo de la OMS y UNICEF, el 44 % de los hogares carece de agua potable y de servicios básicos de saneamiento. Apenas el 42 % está conectado a un sistema de alcantarillado, y la mitad de la población indígena todavía no tiene agua en sus casas, lo que evidencia profundas desigualdades estructurales.

Estos problemas estructurales ya no son sólo una cuestión de infraestructura. Hoy afectan la salud pública, la educación y la dignidad de las personas, y se vuelven más urgentes a medida que el cambio climático avanza, con inundaciones devastadoras, sequías prolongadas y fenómenos extremos cada vez más impredecibles. No actuar podría debilitar la confianza pública, costar elecciones y mantener a los países atrapados en un ciclo de enfermedades, migración forzada y estancamiento económico.

Rompiendo barreras: uniendo agua, saneamiento y clima para un futuro sostenible
Rompiendo barreras: uniendo agua, saneamiento y clima para un futuro sostenible

La respuesta requiere dejar atrás las soluciones fragmentadas o “aisladas” y adoptar un enfoque integral, donde el agua, el saneamiento y la acción climática se consideren partes inseparables del mismo desafío. Esto también implica una prioridad financiera: cada solución integrada genera mucha más resiliencia y beneficios que los proyectos individuales.

El problema de los silos

La formulación de políticas “aisladas” hace que las estrategias de adaptación al clima se diseñen sin tomar en cuenta la infraestructura de agua y saneamiento, mientras que los proyectos de saneamiento se implementan sin considerar las vulnerabilidades climáticas. Las consecuencias son claras: los sistemas de saneamiento que no están diseñados con resiliencia son destruidos por inundaciones y las comunidades sin acceso a agua segura no pueden recuperarse de las sequías prolongadas.

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Esta fragmentación desperdicia recursos, retrasa la respuesta ante las crisis y aumenta la desigualdad. Las poblaciones más vulnerables, aquellas que viven en asentamientos informales o en zonas rurales sin infraestructura adecuada, son las primeras en sufrir y las últimas en recuperarse. En la práctica, estos “silos” perpetúan los ciclos de vulnerabilidad en lugar de romperlos. Cuando los gobiernos permiten que esta fragmentación continúe, también renuncian a los beneficios económicos que ofrece una infraestructura integrada y resiliente al clima, dejando sus presupuestos agotados por el gasto repetido en emergencias.

¿Por qué la integración importa?

Integrar agua, saneamiento y acción climática aporta múltiples beneficios concretos. Por ejemplo, algunas ciudades implementan pavimentos permeables para controlar el agua de lluvia mientras modernizan sus redes de alcantarillado, o desarrollan programas de restauración de cuencas que mejoran la calidad del agua y la productividad agrícola. Los sistemas coordinados de drenaje y gestión del agua pueden ayudar a las ciudades a reducir los efectos devastadores de las inundaciones urbanas y, en consecuencia, limitar el impacto sobre el agua potable y el saneamiento.

Al mismo tiempo, el acceso a agua segura y saneamiento protege la salud pública. Un informe de UNICEF indica que en América Latina y el Caribe, 4,8 millones de personas enfrentan la doble carga de alta escasez de agua y bajos niveles de servicio de agua potable, conocida como vulnerabilidad extrema al agua, lo que pone en riesgo sus vidas, salud y bienestar. Esto es uno de los factores clave de mortalidad infantil por enfermedades prevenibles en menores de cinco años. Los servicios confiables funcionan como primera línea de defensa contra enfermedades agravadas por el cambio climático, incluyendo dengue, cólera y leptospirosis. No actuar ahora implicará mayores costos hospitalarios, pérdidas de productividad y muertes prevenibles en el futuro. Todo esto tiene consecuencias para la salud pública, la economía e incluso la política.

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Más allá de la salud y la seguridad, las soluciones integradas generan importantes beneficios económicos. Cuando las inversiones en saneamiento se combinan con medidas de adaptación al clima, los beneficios son aún mayores que si se aplican por separado.

Finalmente, la integración también respalda la seguridad alimentaria y energética. Proteger las cuencas y ampliar la reutilización del agua es esencial para la agricultura y la energía hidroeléctrica, ambas fundamentales en América Latina, donde el 60% de la generación eléctrica proviene de hidroeléctricas, según la IEA. Por ejemplo, la gestión integrada de cuencas no solo asegura agua para la generación de energía hidroeléctrica, sino que también garantiza riego para las fincas locales, fortaleciendo tanto la seguridad energética como la alimentaria. Ignorar estos vínculos puede causar cortes de energía, aumentos en los precios de los alimentos e inestabilidad política.

Además, las soluciones integradas ayudan a recuperar la confianza de la gente. Las comunidades que ven mejoras reales como agua segura, saneamiento confiable y protección frente a desastres, tienen más ganas de apoyar y participar en políticas climáticas más amplias.

Un llamado a la acción coordinada

Para avanzar, los gobiernos deben establecer objetivos claros y medibles para integrar las políticas de agua, saneamiento y clima. Estos objetivos deben apoyarse en inversiones estratégicas y en mecanismos de seguimiento sólidos. La financiación debe pasar de presupuestos fragmentados y a corto plazo a flujos de fondos integrados y a largo plazo, incluyendo préstamos concesionales y fondos climáticos que consideren el agua y el saneamiento como pilares fundamentales de la adaptación. Sin recursos disponibles, las promesas no tendrán valor.

Y la sociedad civil no solo debe ser consultada, sino también empoderada para tener una voz activa en la creación de soluciones que afecten directamente a sus comunidades.

Bajo el lema “Rompiendo silos: uniendo el liderazgo político para integrar agua, saneamiento y acción climática”, la Reunión de Ministros del Sector 2025, que se llevará a cabo a finales de octubre en España, es organizada por Sanitation and Water for All, UNICEF y el Gobierno de España. Este encuentro es un llamado a la acción para proteger los derechos humanos fundamentales, incluyendo el acceso al agua, al saneamiento y a un ambiente saludable, al mismo tiempo que se fortalece la resiliencia climática frente a una de las crisis más urgentes de nuestro tiempo, asegurando que el futuro de América Latina esté guiado por la sostenibilidad.

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