Una gran familia de admirar en Costa Rica


Una gran familia de admirar en Costa Rica

El confinamiento en casa por el coronavirus presenta una gran cantidad de desafíos para las familias que de la noche a la mañana se ven obligadas a pasar semanas enteras bajo un mismo techo.

Pero intenten imaginar lo que es encerrarse con 31 niños.

La pareja costarricense formada por Melba Jiménez y Víctor Guzmán, padres de 31 niños adoptados que viven en su hogar, lo ha hecho durante las últimas seis semanas.

Familia costarricense llena de amor y cuidado a sus hijos
Familia costarricense llena de amor y cuidado a sus hijos

Es de vida o muerte, tenemos que cuidarnos. Tenemos que hacerlo por amor y también por responsabilidad“, dijo Jiménez, una diseñadora de moda retirada.

Con edades comprendidas entre 3 y 25 años, los niños se encuentran entre los más de 150 menores que la pareja ha acogido en las últimas cuatro décadas.

Familia costarricense llena de amor y cuidado a sus hijos

Después de que los médicos salvaron a uno de sus seis hijos biológicos de un tumor cerebral. Sus hijos naturales ya han crecido y se han ido de casa.

Sus hijos adoptados al menos tienen algo de espacio para deambular, gracias a la espaciosa casa con un gran patio en la capital San José que un donante anónimo le regaló a la familia.

Jiménez, de 68 años, y Guzmán, un ex agente de ventas de 74 años, viven de sus pensiones.

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Como muestra de admiración y cariño los vecinos les ayudan con comida y ropa para colaborar a criar a los niños.

Mantener a los jovencitos ocupados puede ser un gran reto.

“Es una experiencia que creo que es hermosa, es bonita, es difícil”, dijo Jiménez.

“Tampoco todo es que podamos decir que es fácil, hay que buscar cosas atractivas para poder estarles cambiando, para que ellos no se estresen”, agregó Jiménez.

Las actividades diarias para los niños incluyen tareas domésticas como barrer y cocinar, así como ayudar a los más pequeños con sus deberes escolares.

A los mayores se les confían responsabilidades más allá de la puerta principal, como David Guillén, de 21 años, que va al pueblo en su bicicleta para comprar víveres con guantes y una máscara.

Su hermana menor Maritza Martínez dijo que la cuarentena presentaba la rara oportunidad de disfrutar el tiempo con su familia.

“Sé que es aburrido pasar tiempo en casa, pero hay que buscar la forma de entretenerse, salirse de redes sociales, pasar más tiempo con la gente, algo que ya casi no hacemos“, dijo Martínez.

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