Alfa Romeo 8C un clásico con un gran valor


Alfa Romeo 8C un clásico con un gran valor

Intuir el valor de un Ferrari de los años 60 es fácil gracias al impacto mediático que ha tenido la subasta de algún 250 GTO por cantidades cercanas a los 60 millones, pero reconocer como un tesoro un Alfa Romeo anterior a la Segunda Guerra Mundial requiere algo más de experiencia.

Pero, ¿por qué este Alfa Romeo 8C que va a subastar Bonhams el próximo 14 de julio puede superar incluso los seis millones de euros? (la casa de subastas prevé que la mayor puja sea de entre 5,5 y 6,3 millones de euros).

Alfa Romeo 8C un clásico con un gran valor
Alfa Romeo 8C un clásico con un gran valor


Para empezar, hay que hablar de su pedigrí: la denominación 8C significa algo así como el Santo Grial en el ‘mundo Alfa Romeo‘ (aunque el 8C del siglo XXI no consiguió hacer honor a ese nombre, sino que más bien lo devaluó).

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El 8C, aparecido en 1931 (éste es de 1934), incluía por primera vez en la marca un motor de 8 cilindros (tenía 2,3 litros) y entregaba 140 CV a 5.000 rpm que convertían al 8C en un coche de carreras, que es para lo que en realidad fue concebido.

De hecho, pilotos como Tazio Nuvolari sacaron partido a versiones de carreras y el nombre 8C entró en la leyenda como vencedor en las 24 Horas de Le Mans a principios de esa misma década.

Por otro lado está su exclusividad. Más de medio siglo atrás era común que los clientes más pudientes desearan dotar de una estética diferente a su coche.

Para ello encargaban a alguno de los carroceros de prestigio que entonces había en el mundo que les montara una carrocería más a su gusto. Y el trabajo podía costar tanto o más que el propio coche.

De hecho, este modelo fue carrozado en París por Figoni y sólo se hicieron cinco unidades como las que ves, por cada una de las cuales hubo que pagar al cambio 3.315 euros, que si hoy es un dineral, figúrate entonces.

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Como siempre hay millonarios caprichosos, el coche llegó a manos de un acaudalado caballero francés llamado Raoul Calvayrac, que se encargó de conducirlo personalmente desde Italia hasta París antes de llevarlo al carrocero.

Pero al cabo de los años estalló la Segunda Guerra Mundial y Calvayrac no quiso que le confiscaran su precioso Alfa Romeo, que habría quedado como vehículo para el transporte de algún alto mando militar de las SS. Así, se la jugó y lo escondió en una finca de su propiedad, enterrándolo bajo una capa de heno…

La ocultación fue un éxito y su propietario celebró la liberación de París desenterrando su amado coche. De los cinco Alfa Romeo 8C Cabrio, por cierto, uno de ellos nunca más apareció, así que es posible que fuera ocultado en tiempos de guerra y que nadie, por el momento, lo haya descubierto (enhorabuena por anticipado a quien lo encuentre).

La historia de esta unidad que se va a subastar tiene su siguiente episodio en Estados Unidos. Allí, ya en la década de los 50, un joven de Cincinnati llamado Jim Ibold se fijó en un anuncio publicado en el New York Times en el que se anunciaba el 8C.

El contacto era un tal Hubert Harmon, que días más tarde explicaría a Ibold que él mismo lo había comprado a Raoul de Calveyrac en Cannes, Francia. Y le daba una serie de advertencias: que el motor era de carreras, tremendamente potente; que convenía que quien lo comprase tuviera conocimientos de mecánica y que el coche se mantenía en la carretera como si estuviera pegado a ella.

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Hasta ese momento hacerse con este 8C podía ser todavía relativamente asequible, y tenerlo dependía de que la suerte lo pusiera o no ante tu puerta. E Ibold, por supuesto, se aprovechó de que le sonriera la fortuna. Pero en el Siglo XXI el 8C era ya reconocido como uno de los deportivos históricos más prestigiosos del mundo y su cotización era ya estratosférica.

Ibold, ya anciano, vendió entonces el coche a un famoso y acaudalado coleccionista italiano llamado Patrik Ottis, que se convirtió en su cuarto propietario en 70 años.

Su nuevo propietario mandó devolver el coche a su color rojo original (Ibold lo había pintado de blanco) e inició una restauración meticulosa y muy cara que todavía se mantiene vigente ahora que el coche busca de nuevo propietario.

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