Un ‘pequeño detalle’ hace que un Mercedes 300 SL valga 9 millones


Un ‘pequeño detalle’ hace que un Mercedes 300 SL valga 9 millones

El Mercedes 300 SL ‘Gullwing’, esconde un secreto, o más bien una rareza, que lo hace más especial de lo que parece a simple vista. Y no es un asunto menor, porque hace que vaya a multiplicar por cinco o hasta por seis su precio en el mercado. Es decir, que si hoy por un Mercedes ‘alas de gaviota’ se paga como mínimo 1,5 millones, por este se pueden llegar a pagar entre 7 y 9 millones, según la estimación de RM Sotheby’s para su subasta de Arizona (27 de enero).

Lo más curioso es que si pones esta unidad junto a otra del mismo color sería imposible de distinguir a simple vista. Entonces, ¿qué tiene de especial?…

Un 'pequeño detalle' hace que un Mercedes 300 SL valga 9 millones
Un ‘pequeño detalle’ hace que un Mercedes 300 SL valga 9 millones

Remontémonos primero a la década de los 50, situémonos en Estados Unidos y pensemos en un hombre dedicado a la importación de coches cuyo nombre era Max Hoffman. El mercado norteamericano era muy importante para las marcas europeas de coches de lujo y Hoffman ostentaba una influencia poderosa sobre los fabricantes. Tanto, que tenía capacidad de hablar directamente con sus directivos y convencerles de que Estados Unidos necesitaba deportivos especiales, coches únicos, elegantes, futuristas, rapidísimos y lujosos.

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Suya fue la responsabilidad de que BMW creara el 507 (un coche del que se fabricaron solo 252 unidades y que hoy tiene un precio de unos 2,5 millones si está restaurado), Porsche se animara a lanzar el 356 Speedster (hoy no bajan de 300.000 euros) y… sí, Mercedes lanzara su 300 SL “alas de gaviota”, que fue presentado en el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York en 1954.

La denominación SL derivaba de las palabras ‘Sport Leicht‘, que hacían alusión al ligero chasis de tubos que tenían las 1.400 unidades que se iban a fabricar del coche. Pero esta ligereza era algo que al parecer obsesionaba a Fritz Nallinger, que para algo era el jefe de ingeniería de Mercedes-Benz.

De hecho, Nallinger llegó a la conclusión de que con la espectacular deportividad del “alas de gaviota” quizá no era suficiente. En realidad sí lo era para la época porque, de hecho, el 300 SL es considerado el primer superdeportivo de la historia del automóvil. Pero Nallinger quería una ‘vuelta de tuerca’, como hoy muestran algunas versiones especiales de los mejores superdeportivos.

Así, convenció a sus jefes para que se crearan 29 unidades que llamaron “Gullwing Leichtmetallausführung“. Es decir, “Gullwing Metal Ligero”. Esto suponía que la carrocería no era de acero, sino de fino aluminio, que las suspensiones eran más rígidas, que el motor equipaba levas de competición, culata de alta compresión y una inyección (sí, has leído bien: el 300 SL fue el primer coche con inyección) recalibrada. Además, el cliente lo quería, las ventanillas laterales y trasera se podían sustituir por otras opcionales de plexiglás.

El resultado era una rebaja de 95 kg (si se escogían las ventanillas aligeradas) y un rendimiento mucho mayor.

Esta exclusividad no pasó inadvertida a Joseph W. Weckerle, el agente de la marca de la estrella en la entonces exclusiva y exquisita Casablanca. Weckerle encargó una unidad que le terminaron de fabricar el 27 de mayo de 1955 y que es esta que ves en las fotos. Estaba decorada en gris metalizado, con el interior a cuadros, una radio Becker y las ventanillas de cristal que se ofrecían de serie.

Fue al parecer el único 300 SL con carrocería de aluminio que fue vendido en África, pero no vivió mucho tiempo allí porque en 1962 viajó a Alabama (Estados Unidos). Su nuevo propietario lo tuvo durante 13 años y entonces se lo vendió a un coleccionista de Dallas llamado Jack F. Bryan que por lo visto ya tenía en cuenta que se trataba de una unidad especial. Tanto es así, que lo envió al más reputado especialista en 300 SL (Paul Russell), que trabajó en su taller de Massachusetts durante casi cuatro años y al final le pasó a su propietario una factura que hoy equivale a 152.000 euros y un coche como recién salido de fábrica.

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Este 300 SL era ya tan especial que recibió el premio al “mejor Gullwing” en la reunión nacional del Gullwing Group (un club de propietarios de este modelo) celebrada en 1980.

De nuevo cambió entonces de manos, pasando a ser su propietario el millonario Hyatt Cheek, que lo guardó consigo hasta 2014. ¿Quién lo compró entonces? No se sabe, pero esa persona ha decidido ponerlo a la venta y en RM Sotheby’s no han dudado en estimarle un precio de subasta digno de un coche único. ¿Se superará la cifra prevista de 9 millones de euros?… Con los millonarios caprichosos a la espera de pujar, nunca se sabe.

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